viernes, octubre 02, 2009

De cuando la boca le gana al sentido común...

Pues sí, el día de hoy cometí uno de esos errores muy comunes cuando nos ponemos a decir cosas sin pensar. Y no me refiero a cuando decimos algo tonto, o cuando decimos algo que no queríamos decir, sino cuando lo decimos sin ponernos a ver la forma o el contexto.

El día de hoy hice un comentario que fue hiriente para uno de mis mejores amigos. Y no porque lo que haya dicho no sea verdad, o sea un secreto, o sea algo para avergonzarse. No. Simplemente lo dije de una forma que sabía le iba a molestar, y lo hice sin medir las consecuencias. Lo que dije no es nada grave, ni se va a acabar el mundo, sin embargo, es un tema difícil para mi amigo, y no tomé en cuenta sus sentimientos, sino los míos.

Con esto no estoy tratando de ofrecer una disculpa, ni trato de congraciarme con mi amigo, porque creo que no sigue mi blog, sólo quiero expresar por escrito el hecho de que una vez más hablé sin pensar, y alguien muy querido le dolió un poquito.

Por supuesto que si me disculpé con él, pero pues no fue necesario que me diera su respuesta, la cual fue que no tenía nada que disculparme. Técnicamente es cierto, pero mi disculpa no es por lo que dije, sino por la forma.

En fin, se que esto no va a comprometer nuestra amistad, pero me hace darme cuenta que todavía me falta conocer un poco más a mi amigo, y ser conciente de como digo las cosas. Amigo, te quiero un chingo y neta, se que la regué.

No hay comentarios.: